FESTIVIDADES
Inmediatamente después de la ya decadente cohetería del 7 de Diciembre con motivo de la inminente celebración del día de la Virgen de Concepción, que todos sabemos que es el 8 de Diciembre y que en una época ya lejana fue fiesta titular de Huehuetenango, el ambiente no solo de este sino de la mayoría de los pueblos latinoamericanos, es completamente diferente.
El cambio principia por nosotros mismos; como que se nos olvidan algunos agravios y ofensas que se pudieron cruzar con otras personas; deseamos ser un poco mas comprensivos, amables y condescendientes; saludamos con mas efusión y los sentimientos positivos se incrementan y se diseminan por todo el entorno.
Algunos de nosotros deseamos que Jesucristo nazca, pero en nuestro corazón; y ese sentimiento noble deseamos compartirlo con quienes nos rodean.
Pero también la nostalgia, talvez sin razón alguna, nos invade; la música navideña tradicional nos embarga de cierto hálito de tristeza sin saber exactamente la razón; es una mezcla de alegría nostálgica y melancolía alegre (valgan las expresiones notoriamente contradictorias); pero es así como muchos nos sentimos ante la proximidad de las Fiestas Navideñas y el Año Nuevo.
Sin embargo, esos nobles sentimientos que se anidan en el corazón de la mayoría no son capaces de hacernos sentir indiferentes ante algunas cosas que ocurren en la ciudad: Me hubiera gustado que algunos de los lectores compartieran conmigo la cara de desesperación que vi, el lunes de la presente semana, en la esquina de la 8ª. Calle y 6ª. Av. De la zona 1.
Me explico: Justo en esa dirección existe un crucero vital para el tránsito de vehículos por ese sector: Del Oeste bajan y suben los vehículos que van o vienen del Cerrito de los Brujos; del Norte, proceden los vehículos que vienen de la zona 1, 2, 3 y 6, principalmente; del Sur, van o vienen del INMAC, de las colonias aledañas y de la zona 5; y justamente ahí, por falta de planificación y de “cacumen” como decía una bella dama, están “bacheando” sin orden ni concierto, provocando tremendos embotellamientos, SIN NECESIDAD perentoria.
La cara de angustia y desesperación que me impactó, fue la de un trabajador encargado de distribuir algún tipo de productos alimenticios; se quedó varado en una muy mala posición, con su vehículo de reparto. Su descontrol era tal, que quería quitar todas las piedras con que los trabajadores municipales interrumpieron el paso y le impedían seguir con su trabajo; estaba pálido, con los labios apretados y los ojos queriéndosele salir de las órbitas; no decía nada, pero su expresión era todo un poema.
Si ese hombre hubiese abierto la boca y se hubiera desahogado, hubiéramos tenido que escuchar palabras, probablemente altisonantes, dedicadas a los causantes de semejante “desmadre”. Imagínese Ud. lo que hubiera dicho...
Como esos, son varios los “anuncios navideños” que nos llegan “en cascada” en esta sufrida, averiada, deteriorada y atrasada ciudad de Huehuetenango.
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