INGOBERNABILIDAD

Ya en nuestro semanario último del mes de Enero, advertíamos sobre la posible ingobernabilidad del municipio; los atisbos que observamos hace días se siguen materializando conforme el tiempo pasa y la situación principia a tornarse insoportable entre la mayoría de los vecinos de la ciudad, principalmente.
Vaya Ud. por donde vaya, encuentra los promontorios de basura en lo que otrora se dio por denominar “la tacita de plata” del Occidente del País y que hoy no llega ni a “posillo de peltre” por lo lastimada y sucia que está.
Todos los vecinos del centro de la ciudad se quejan, pero los gritos de desesperación son aún mas fuertes entre quienes viven en los alrededores del antiguo hospital ubicado en la sexta calle entre 6ª. Y 7ª. Avenidas de la zona 1. Pero ¿Porqué? Se preguntarán algunos. Simplemente porque la poca basura que se recoge se está acumulando en estas “dichosas” instalaciones y los malos olores y la terrible contaminación hacen estragos en los alrededores. Por supuesto que ese vecindario tiene razón de estar como “todos los demonios”.
No me consta, pero los responsables de lo que está ocurriendo en la ciudad deben estar devanándose “los sesos” para encontrar la solución al problema que ellos mismos crearon cuando se confabularon en el curso del mes de octubre del año anterior, para crear lo que se ha convertido en la mayor desestabilización de un gobierno municipal en la historia de Huehuetenango.
Por supuesto que este no era precisamente el resultado que buscaban cuando dispusieron firmar dos documentos francamente comprometedores que llevaban la finalidad de beneficiar los planes del alcalde; en buen chapín y en el estricto sentido de la conocida expresión...”les salió el tiro por la culata”.
Lo que consiguieron, entre otras cosas, fue lo que afirmamos antes, una desestabilización total con la consiguiente ingobernabilidad en que ha caído el municipio; hasta el punto que algunos de los empleados de alto nivel contratados por la actual municipalidad, están desentendiéndose de lo que se hace al interior del “gobierno municipal” puesto que afirman pública y categóricamente, que “ellos ya no están de acuerdo con las decisiones del alcalde” porque juran ponerlo en antecedentes de lo que ocurre y los errores que se cometen, pero que “él no hace caso”.
Verdad o mentira lo cierto es que los mencionados empleados quieren “zafar bulto” cuanto antes de lo que supuestamente, ven venir como una inevitable avalancha.
También sorprenden las declaraciones de algunos concejales que hace pocos meses se deshacían en felicitaciones para “su jefe” y ahora, convenientemente, juran y perjuran no estar de acuerdo con ninguna de sus decisiones porque dicen “no haber sido consultados”.
Como escribía hace décadas don Clemente Marroquín Rojas, el fundador del Diario La Hora, el que afirma ser “Tribuna, no mostrador”, como que quienes hoy, junto a jefes de instituciones cómplices de la ingobernabilidad actual, están escuchando “pisadas de animal grande” (así justamente escribía don Clemente) y desean que el pueblo los vea “tan lejos, pero tan lejos” de lo que ocurre a nivel municipal; ellos sí, pretenden evitar cualquier tipo de contaminación...pero demuestran total incapacidad para resolver un problema que hizo crisis en la ciudad, a consecuencia del contubernio existente entre conocidos personajes para quedarse, supuestamente, con un suculento pastel económico.
Pero muchos políticos criollos, mas de lo que nosotros quisiéramos, son por naturaleza, acomodaticios. Apenas perciben atisbos de peligro en el terreno que actualmente pisan, salen despavoridos cual ratas asustadas, en búsqueda de cobijos que de momento, creen mas seguros. Olvidan convenientemente sus elogios anteriores y también pasan desapercibido que en el terreno turbio y proceloso de la política criolla, el que se considera acabado y hasta “difunto” hoy, mañana se levantará de las cenizas, cual ave Fénix y volverá a recibir el apoyo y el aplauso de la plebe. ¿Esto que estamos viviendo podría ser el caso? El pueblo, muchas veces olvidadizo, lo dirá en el futuro.