UNA LUZ...

Al principio del problema creo que la mayoría de nosotros pensamos que se resolvería en menos de lo que canta un gallo; le habían arrebatado de manera anómala la concesión a un empresa con experiencia y para ello montaron todo un esquema estratégico que debió darles como resultado la sustitución planificada con el consiguiente beneficio económico calculado en buenos fajos de billetes; tuvieron que pagarle a los actores principales del montaje, escogidos prolíficamente, entre los elementos mas connotados del escenario político-bochinchero de nuestro medio quienes, ni lerdos ni perezosos, realizaron el trabajo que se les encargó para allanar el camino de la nueva empresa.
Cambiaron de “columpio” y de un lugar en donde pudo haberse seguido trabajando tomando todas las medidas técnicas y profesionales para perfeccionar la labor utilizando los conocimientos de expertos en la materia, porque ya se tenía la infraestructura mínima, decidieron desechar todo aquello mediante “observaciones” de ciertos “funcionarios”, rechazadas de plano por organismos judiciales y escogieron otro sitio, avalado por aquellos incompetentes cómplices de la estrategia montada para que los dineros cambiaran de bolsillo, haciendo uso, incluso, de la soberbia y la prepotencia, hijas de la ignorancia y la mala fe, y el dichoso montaje se les comenzó a caer de las manos hasta llevarlos a la orilla del despeñadero.
Los primeros cuatro meses corrieron rápidamente y los vecinos comenzamos a enterarnos de que aquello que al principio pensamos que se resolvería “en menos de lo que canta un gallo”, se estaba convirtiendo, ni mas ni menos, que en el “talón de Aquiles” de quienes fraguaron el plan maquiavélico para quedarse con un “buen negocio”.
Las cosas principiaron a revertirse y el pueblo a enterarse de qué estaba ocurriendo: La basura, centro del anómalo procedimiento iniciado, se convirtió en un verdadero boomerang que se les estrelló en la mitad del rostro; dicho de otra manera: El tiro les salió por la culata, ocasionándoles desprestigio, humillación y una aversión generalizada nunca vista en la historia de nuestra ciudad. Pero la impopularidad y la condena no es solamente para uno o dos, es para todos los integrantes del malhadado grupo que se confabuló en contra del pueblo.
Vino la protesta, las medidas de hecho, las actitudes violentas, las peticiones altisonantes para que todos se fueran y en medio del “mare magnum”, el acomodamiento de algunos que se quedaron y otros que llegaron sintiéndose “los papás de los pollitos”; hasta se dieron el lujo de rechazar intervenciones de académicos y personas absolutamente honorables deseosas de colaborar para la solución de la problemática originada por indeseables intereses económicos personales.
Tuvieron que pasar cuatro meses más, hasta completar ocho, para que se vea una luz tenue, pero al fin una luz que ojalá, ilumine la solución final de la extracción, tratamiento y depósito de los desechos sólidos de la ciudad.
Porque todos esperamos que aquí principie el tramo final de este camino tortuoso que nos ha tocado seguir; porque deseamos que no sea otro simple anuncio de solución de los muchos que hemos escuchado y que se han convertido en un motivo mas de frustración y descontento; porque ya es justo, que luego de rechazar ofertas privadas de solución presentadas en su momento, hayan encontrado los señores que no quieren soltar “el hueso”, un motivo de justificada alegría para el pueblo que no debe seguir sufriendo en este monumental basurero en que nos convertimos.
Por supuesto que también se habla de que la solución no se hubiera encontrado si no interviene la “mano peluda” de algún político de esos que suspira por “volver, volver” por la “raja” que le sacó al puesto.
De cualquier manera, ojalá que se haya resuelto este problema que es el que mas salta a la vista de propios y extraños; los otros, graves y “gruesos” que se mantienen hasta ahora irresolubles, seguirán pendientes, como la espada de Damocles, sobre la cabeza de todos.