domingo, 25 de octubre de 2009

ANIVERSARIO

Ruego se me de licencia para escribir, como muy pocas veces ocurre, sobre algunos hechos que me conciernen personalmente y que, después de meditarlo largamente, llego a la conclusión fácil y sencilla de que “si no lo escribo yo ¿Quién lo podría hacer?
Antes de referirme al tema central en cuestión deseo relatar la historia de por que razón escribí la letra del segundo “himno de Huehue”, Migdalia Azucena” (el primero es Lágrimas de Thelma): por allá por el año de gracia de 1,968 recibí la visita de don Gumersindo Palacios Flores; me comentó lleno de emoción, que había sido tocado por Dios y que había compuesto una nueva melodía dedicada a su primera nieta; que estaban muy emocionados con su amadísima esposa Doña Cholita y que habían estado de acuerdo en pedirme que este servidor, amigo entrañable de ambos, escribiese la letra de la melodía.
Acepté de inmediato a sabiendas de que era una responsabilidad sentimental mas que de otra índole, que debía cumplir como los buenos; don Gume me dejó la partitura original y yo pedí prestado en el INMAC, un tenorcito para dedicarme “a tiempo completo” a la delicada como agradable labor.
Primero debo decir que me costó un poco, porque no estaba muy acostumbrado a leer música, obtener en las teclas morenas del tenor la preciosa melodía; luego, tratar de plasmar en letras, la idea que yo creí que gustaría.
Se terminó la delicada tarea; devolví la partitura con su letra; ellos quedaron muy agradecidos y yo, satisfecho, olvidé el asunto; ni copia me quedó de la letra.
Años después vino un Canal de Televisión abierta a grabar un programa a la ciudad y desde las Ruinas de Zaculeu, el presentador anunció la participación de un grupo musical que cantaría “de su propia inspiración” la letra de la melodía de don Gume: Migdalia Azucena. Al escuchar aquello en mi domicilio,.solamente pensé “pero si esa letra yo la escribí”. Busqué la copia entre mis documentos y no la encontré.
Para entonces era Directora de la Escuela “Amalia Chávez” la Profesora Blanca Irma Herrera, educadora muy diligente y activa y con el personal docente que la acompañaba, publicaron un folleto en donde colocaron poemas y documentos escritos por huehuetecos; ahí apareció la letra de la melodía con el nombre de su autor. Solo por eso yo la recuperé y los amantes de la música y la poesía supieron quien la había escrito.
Hace poco, en un acto que se realizó en un conocido centro comercial en honor de nuestro instrumento nacional La Marimba, se afirmó que yo le había puesto el nombre a la Marimba Reina Mam; cuando me lo insinuaron en el programa de Televisión que conduzco mi respuesta fue mas que ambigua; creí que me jugaban una broma.
Sin embargo el asunto es verídico; existen documentos que así lo indican pero yo, muy descuidado y olvidadizo para estos asuntos, lo había olvidado.
Como también había olvidado que con el Semanario No. 365 de hace tres semanas, llegamos a cerrar siete años de escribir permanentemente y sin fallar “¡Aquí Huehuetenango!” con comentarios y noticias de Huehue.; lo inusual que este trabajo divulgativo tiene para mantener en el corazón y en la mente de quienes nos hacen el favor de leernos el nombre de nuestra querida tierra, es que jamás hemos recibido un solo centavo por ello.
Talvez buscar patrocinios sería lo mejor para seguir en la brega; sabemos lo difícil de la situación económica de todos y la nuestra no es precisamente la excepción; por lo tanto si alguien desea representarnos en esta pretensión, seguramente llegaríamos a acuerdos positivos.
En tanto eso ocurre, han quedado escritas para la posteridad, estas tres historias en donde “perdonen”, yo soy el protagonista, pero con situaciones muy apegadas a este nuestro querido Huehuetenango.

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