DETERIORO
¡Es cierto! Este y con mucho, ha sido, y sigue siendo, una de las épocas lluviosas mas devastadoras de la historia de Guatemala y se hace aún mas notoria entre la población mas pobre, por la negligencia y la incapacidad de autoridades del gobierno central y municipal.
Lo que ocurre aquí en Huehuetenango a consecuencia de los torrenciales aguaceros y por el infame pensamiento y acción de algunas de nuestras municipalidades se multiplica a lo largo y ancho del País.
Realicemos un intento de recuento de daños por esto y por aquello que nos toca directamente: Las carreteras de terracería están totalmente destrozadas; las asfaltadas y pavimentadas, como la interamericana principalmente en el tramo nuevo, Tecpán-Los Encuentros, es solo el reflejo de la incompetencia en su mas alto grado; miles de viviendas destrozadas sin recibir el mas mínimo apoyo, que no sean los Q.300.00 mensuales que se les regala dadivosamente a “los de la foto”; escuelas que se han venido abajo, otras agrietadas y tantas mas como el Instituto Alejandro Córdova cuyo “terraza” está a punto de desplomarse sobre maestros y alumnos; tuberías de agua potable rotas que impiden que el pueblo reciba en su vivienda el agua entubada; drenajes colapsados que han convertido viviendas y edificios escolares (la Escuela Nacional Tipo Federación “Carlos Augusto Calderón Taracena”) en verdaderos chiqueros y pocilgas cuya hediondez y contaminación, son impensables en otros lugares humildes del mundo; calles y avenidas destrozadas no solo por las lluvias sino por el tiempo transcurrido sin mantenimiento y con el agravante de chapuces mal hechos que hoy cierran los cráteres y mañana amanecen mas grandes-pero nos damos el lujo de que se invierta dinero en remodelaciones que no necesitamos principalmente en esta época de “vacas flacas”; basura regada por todos lados gracias a la incompetencia de quienes, por codicia y ambición desmedida, arruinaron un proyecto existente y pretenden acabar con todos aquellos que pretendan resolver el problema de una vez por todas; por esto y por lo otro, mientras la olla no quede embarrada, aquí no se hace nada.
Una distinguida matrona huehueteca, con un dejo de angustia que no pudo esconder, me decía: “Es triste nuestra historia doncito; ellos, ladrones y sinvergüenzas que se acostumbran a mamar y beber de la vaca lechera municipal; nosotros, dejados, haraganes y acomodaticios que esperamos recibir todo en la puerta de nuestra casa; no movemos un dedo para que se arregle la situación de una buena vez; somos tan culpables como ellos; tu buscado, tu callado...”
¡Que gran lección! Los huehuetecos todos somos culpables de lo que nos pasa, por acción o por omisión; primero, algunos votamos en las últimas elecciones por lo que ahora tenemos: Nos lo buscamos. Los otros, depositamos nuestro sufragio por otras opciones, pero ante la incapacidad y negligencia existentes, jamás levantamos la voz y mucho menos tomamos acciones al respecto. La lenidad, indiferencia y apatía son aplastantes y evidentes.
Será mejor entonces que aguardemos las elecciones del año entrante, ¡Sentados! y pidiéndole a Dios que nos cambie la vida con un suertazo; de lo contrario ¡Acostémonos! para no cansarnos... y echémosle ganas a nuestra ¡Mala suerte!



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