DECISIONES PERVERSAS

Cada vez que la conversación gira alrededor de la ciudad de Huehuetenango se afirma que ha tenido un crecimiento enorme durante los últimos años, porque de ciudad tranquila se convirtió en un pueblón, desafortunadamente desordenado, mal-oliente y sucio. Y eso, desafortunadamente, es lo que vemos en la actualidad.
¿Qué fue lo que realmente ocurrió? Hasta finales de la década de los setenta, nuestra ciudad, no obstante el conflicto armado interno, seguía siendo tranquila, vivíamos aquí los de siempre, huehuetecos de pura cepa y sabíamos resolver nuestros problemas con el apoyo de autoridades municipales y gubernamentales que, en su jurisdicción, nos echaban la mano. No se avizoraba para entonces, el “boom” económico-financiero y poblacional que se nos vendría encima.
En los primeros años de la década de los ochenta, ese mismo conflicto armado interno se tornó mucho mas violento e intenso y alcanzó, con su consabida destrucción moral y material a municipios de nuestro Departamento y de El Quiché (que mencionamos por ser los mas cercanos y de mayor sufrimiento), angustiando de tal manera a sus habitantes que, quienes pudieron hacerlo, se trasladaron a otros lugares del País; algunos de ellos se radicaron desde entonces en la Cabecera Departamental principiando la explosión demográfica que ahora nos agobia.
Luego de que concluyeran los años mas duros del enfrentamiento armado, hubo cambios profundos en las estructuras políticas de Guatemala y posteriormente se efectuaron las elecciones generales cuyo “beneficio” mayor para los municipios, fue la instalación legal del famoso “situado constitucional” que concluiría casi totalmente, con una etapa de honorabilidad y decencia en el manejo de los gobiernos municipales, dirigidos hasta entonces por personas honorables y dignas que nunca buscaron su beneficio personal.
La gente continuó instalándose en Huehuetenango; la mayoría llegó en búsqueda de todo tipo de negocios; unos podían alquilar locales y otros, se sumaron a la ya incontrolable banda de vendedores callejeros que ocupan la mayor parte del centro histórico de la ciudad y que ha crecido como “marabunta” a ciencia y paciencia de ediles y entes gubernamentales incapaces de detener “la ola”. Algunos dicen que el comercio informal engorda las billeteras de sujetos corrompidos hasta el tuétano.
Pero no fue solo eso; por decisiones perversas de quienes, para nuestra desdicha, poseen poder de mando político, la ciudad se ha venido llenando de cantinas, bares, prostíbulos (ambulantes algunos de ellos), centros nocturnos (todos lugares propios para venta de licores y todo tipo de drogas), restaurantes, comedores (algunos con toldos sobre aceras y calles) y todos afirman que cuentan con la autorización para funcionar. Lo que otrora fueron espacios residenciales, hoy están al tope de centros de mala muerte en donde se ofrecen, desde prostitutas hasta la droga de su preferencia.
Y si realmente tienen autorización para funcionar de la manera como lo hacen, no serían los propietarios los responsables, sino quienes les extendieron las licencias: Gobernador Departamental, Jefe del Area de Salud, representante del Ministerio de Ambiente y por supuesto, Alcalde Municipal. Todos ellos “dignísimos” funcionarios culpables de estas decisiones perversas, contaminantes y humillantes para los huehuetecos.
Conclusión: La Cabecera Departamental de Huehuetenango ha crecido mucho y se convirtió en un “pueblón” desorganizado, desordenado y sin ley; responsables habemos muchos por acción u omisión; pero se llevan “la palma” los “funcionarios” mencionados que son los verdaderos villanos de la película.