lunes, 2 de mayo de 2011

MIGDALIA AZUCENA

En los últimos días de la semana que termina falleció en esta ciudad de Huehuetenango la Profesora Migdalia Azucena López Palacios enlutando a una antañona y distinguida familia huehueteca.
Migdalia Azucena fue la primera nieta del matrimonio integrado por don Gumersindo Palacios Flores, eximio compositor huehueteco, y doña Soledad Chávez de Palacios, una dama muy honorable y muy querida entre todos aquellos que tuvimos el honor de conocerla y que ella nos distinguiera con su cariño y amistad.
Justamente por eso, porque Migdalia se alzó con el “trofeo” de haber iniciado el “desfile” de nietos que vendrían después, es que Don Gume se inspiró de nuevo y nos regaló esa extraordinaria melodía grabada ya cientos de veces por las mas connotadas marimbas del País, por la orquesta Sinfónica Nacional, Edgar Calderón y su acordeón mágico y por otros conjuntos musicales de renombre internacional.
Como a petición del compositor, este servidor tuvo la oportunidad de escribir la letra (tal como relaté ya en una ocasión por este mismo medio), la canción fue grabada originalmente por el “tenor de la voz de seda” Ernesto Avalos Gutiérrez, Carlos del Llano, Paco Cáceres, Carlos Pinto, José Manuel Matías, Hevi Rodas Soto y otros intérpretes, convirtiéndose de esta manera, en la melodía y canción huehueteca mas grabada a lo largo de la historia musical de nuestro pueblo.
Migdalia Azucena, hija de don Augusto López y doña Aura Marina Palacios Chávez de López y hermana de Carlos Enrique y Victor Manuel, se convirtió en Maestra de Educación Primaria Urbana y trabajó por muchos años en la Escuela Amalia Chávez de la ciudad de Huehuetenango hasta su retiro por jubilación; por su dinamismo, responsabilidad y vocación fue una de las maestras mas queridas, tanto por sus alumnas como compañeras de trabajo.
Parte de su tiempo libre y por muchos años lo dedicó al servicio de la 17ª Compañía de Bomberos Voluntarios de Huehuetenango en donde ayudaba en todo lo que podía, principalmente en labores de Secretaría, destacándose en aquellas actividades en las cuales había que trabajar de firme para organizar eventos, como la elección de la Novia de los Bomberos, fiestas bailables y recaudaciones de fondos para el mejor funcionamiento de la institución; quienes formaron parte del “cuerpo” o del comité de aquellos años, sabían que podían contar con su inestimable colaboración.
Lo mismo ocurrió con otras instituciones de servicio que contaron con su apoyo prestado siempre con alegría y entusiasmo. Y podríamos escribir mucho mas de su vida y su total entrega a su familia, a sus alumnas, a sus compañeras y actividades benéficas y sociales, dentro de la prudencia y discreción que la caracterizó, pero el espacio es escaso.
Nuestras mas sentidas condolencias a sus hermanos, tías, sobrinos y demás familia que, seguramente, han sentido un profundo pesar por la partida de Migdalia Azucena, “la musa” de don Gumersindo para la creación de esa preciosa melodía que ha inmortalizado su nombre.

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