CINCO ARROYOS:

Cuando escribimos la última vez sobre el espinoso problema que la actitud de los vecinos de la comunidad de “Cinco Arroyos” están provocando a los pobladores de la ciudad de Huehuetenango, destruyendo sistemáticamente los tubos conductores del vital líquido que nace en su comunidad y que fue adquirido legalmente por una Corporación Municipal anterior, creímos que cuando nos refiriéramos al tema después, aquel problema ya estaría totalmente solucionado.
¡Que equivocados estábamos! Lejos de resolverse la situación se ha estado agravando. Ahora ni siquiera el Juez de Paz del municipio de Chiantla, en cuya jurisdicción se encuentra el problema y que se presentó con una orden judicial para que los fontaneros huehuetecos repararan la destrucción que dichos vecinos han inflingido en las tuberías, ha procedido ante la estrategia que aquellas personas tomaron: Ante la llegada del Juez, acompañado por elementos de la PNC, el Ejército y otras personas, una señora, con un pequeño hijo a cuestas, se acomodó, sentada en los tubos a reparar, a peinarse la luenga cabellera impidiendo de esta manera que el Juez pudiera cumplir con su cometido.
Mientras tanto, otras mujeres, con un niño cargado en la espalda, esperaban en fila su turno, seguidas por hombres que quedaban atrás colocando a las mujeres y a los niños como “carne de cañón”. Estrategia militar subversiva, apunto yo, con dirigencia de líderes desestabilizadores que buscan únicamente su beneficio personal.
Seguramente esta gente, que en el fondo debe ser buena, ha sido “penetrada” por aquellos sujetos acostumbrados a recibir paga de países extranjeros perfectamente identificados, que se han dedicado desde hace tiempo, a enviar dinero que sirve precisamente para eso, para desestabilizar, para corromper y para evitar que podamos vivir en paz de una vez por todas.
Dentro de esos desestabilizadores y agitadores profesionales, mantenidos con dineros de países europeos cuyos ciudadanos seguramente ignoran para que sirven sus contribuciones para Repúblicas en vías de desarrollo o definitivamente sub-desarrolladas, seguramente se encuentran los mismos politiqueros resentidos de siempre que no tienen otro oficio ni beneficio, mas que dedicarse a tratar de envenenarnos no el agua, sino el alma a todos los huehuetecos.
Identificados y comprobada su desleal y perversa participación en estos “rollos”, valdría la pena que recibieran lo que realmente merecen.