domingo, 14 de diciembre de 2014

VENTA INFORMAL:

La informalidad en el comercio ha crecido a pasos gigantescos durante los últimos años, con el agravante, para los sucesivos gobiernos, que de este sector, no esperan contribuciones de ninguna naturaleza; pero si el sector público quisiera, podría ampliar su base tributaria incluyéndolos en la nómina de contribuyentes con políticas financieras inteligentes y adecuadas. Pero parece que no les interesa.
            En toda la República para el mes de Diciembre, la informalidad comercial crece desproporcionadamente en razón diametralmente opuesta a lo que perciben por ella las municipalidades y el mismo gobierno central; ante el crecimiento exponencial de los vendedores, los controles oficiales o disminuyen o desaparecen.
            Este crecimiento se debe a que en la misma proporción se incrementa la pobreza? Definitivamente no. Grandes comerciantes ven y aprovechan la oportunidad para sacar “comisionistas” a las calles que los hacen más ricos.
            Pero ¿Por qué las municipalidades no reciben lo que esperan ante este crecimiento? Porque dentro de las ventas informales ha nacido, crecido y se ha multiplicado una organización delictiva paralela que se encarga de cobrar a los vendedores ciertas cantidades de dinero que va a parar a los bolsillos de bandas o pandillas criminales bien estructuradas que se aprovechan de quienes puedan ser sujetos de extorsión.
            Dentro del gobierno central o de las municipalidades ¿Hay algún Departamento que pueda controlar esto? La respuesta es negativa y no porque no tengan cómo, sino porque, probablemente por su seguridad, no desean buscarle “tres pies al gato”.
            Y ¿La SAT? Muchísimo menos. ¿Ha detectado Ud. a algún inspector de la SAT solicitando algún tipo de documentos o pretendiendo agregar a la nómina de contribuyentes a algún vendedor informal? Otra respuesta negativa.
            Pero hay algo mas importante: Muchos vecinos de cualquier lugar del País se quejan y reniegan y emiten protestas airadas por las ventas informales que impiden la libre locomoción que es un derecho constitucional. Pero ¿Habrá visto, leído o escuchado alguna campaña para que el vecindario deje de comprar en las calles? Respuesta negativa.
            Si no hay demanda no hay oferta; si no hay compradores no habrá vendedores; por lo tanto, si la oferta ha aumentado es porque los demandantes han crecido. Ergo: Si en Huehuetenango u otros lugares las ventas callejeras rebasan los límites de nuestra tolerancia es porque, quienes aquí vivimos, compramos cada día más en la calle; y lo peor, quienes somos los mejores clientes de las ventas callejeras somos los que protestamos airadamente en contra de ellas en los medios de comunicación.
            Enigma, controversial, complicado, problema social, ilegal…De todo un poco, pero tiene remedio, si usamos los mecanismos inteligentes y pertinentes.

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