VIL ASESINATO

El señor Alonso Domingo Pérez de 42 años de edad, fue detenido por la policía que atendió una orden de aprehensión extendida por un juzgado jurisdiccional, porque una señora lo acusó de negación económica o negación de alimentos.
Ingresó al “flamante” centro de detenciones de Huehuetenango a eso de las 17 horas del día domingo recién pasado. Al día siguiente falleció en un centro hospitalario.
¿Qué fue lo que ocurrió? La versión de la misma persona que aún pudo hablar antes de exhalar el último suspiro, de su familia y de algún testigo, es que recibió una golpiza brutal a manos de otros presos y de algunos policías.
¿Por qué? Si recién había ingresado...Simplemente porque le pidieron dinero para su protección dentro de la cárcel y para no ponerlo a lavar pisos y apestosos servicios sanitarios, que es el denominado impuesto de “la talacha”; pero el no tenía, lo que los asesinos interpretaron como una negación, la emprendieron contra el, hasta ocasionarle lesiones internas graves que le ocasionaron la muerte.
El señor Pérez, originario y vecino de San Ildefonso Ixtahuacán, fue candidato a Diputado para el Congreso Nacional propuesto por un partido político de izquierda en las últimas elecciones; dicho partido exige una profunda investigación de los hechos, pero ya tienen “la sartén por el mango” como suele decirse, ya que un jefe policiaco declaró que muy recientemente se solicitó el traslado de reos involucrados en la exigencia de esta “talacha” criminal; ellos, supuestamente, son como la punta del iceberg y ahí están los nombres; no será muy difícil encontrar a los policías asesinos o cómplices, simplemente.
Este caso ha puesto de nuevo, sobre el tapete de la discusiones, la putrefacción que existe a nivel de los centros carcelarios en donde todo se mueve a fuerza de billetes que circulan tanto entre presos como entre policías; ya no se sabe quien es quien; imposible determinar si los que usan uniformes en algunos de esos lugares son los policías o simplemente están luciendo prendas que se robaron.
Lo que si sabemos con certeza es que quien entra ahí, aunque pague su “protección”, está expuesto a que lo torturen, que lo violen y que lo maten; mejor esto último de una buena vez.
Dios nos libre de caer en esa “telaraña...”.