lunes, 3 de febrero de 2014

SINIESTRO

Tal como se reporta en uno de los sucesos de la semana en nuestras informaciones correspondientes, se ha producido una verdadera tragedia que ha conmovido, no solo a los vecinos del Barrio de Minerva en donde ocurrió el siniestro, sino a los habitantes en general de la cabecera departamental de Huehuetenango.

                       Tal como se consigna, se originó un incendio arrasador en horas de la madrugada en el domicilio de dos personas de mas de ochenta años de edad, que vivían solos no obstante su avanzada edad, con el agravante de que el noble varón estaba afectado, según me informan, con el inicio de una de las mas devastadoras enfermedades de la senilidad: El Alzheimer.

                       Se manejan varias hipótesis sobre el origen de la tragedia: Una veladora encendida, un cortocircuito, una fuga de gas o una terrible combinación de algunas de ellas. Sea cual fuere la causa, lo cierto es que la pareja, enamorada desde sus lejanos tiempos en que ambos laboraban para el Hospital Nacional de Huehuetenango, perdió la vida de una manera que no queremos ni pensar.

                       Obviamente han dejado un enorme vacío, imposible de llenar, en el entorno familiar, entre sus vecinos y un impacto de increíble tristeza entre los habitantes de la cabecera departamental.

                       Siempre nos preguntamos, cuando ocurre algo como esto ¿Por qué tienen que suceder estas cosas?

           Y la respuesta siempre será la misma: Porque Dios así lo quiso.

           Sin embargo creo que algo tenemos que aprender de situaciones como esta y voy a escribir mi opinión sin el menor deseo de ofender ni agraviar a nadie, porque esto nos deja una lección que debemos tomar en cuenta.

           Nuestros padres no solo nos lanzaron al mundo a ver que podíamos hacer; no, nos cuidaron, nos alimentaron, nos dieron estudios y nos mantuvieron, mientras tuvieron fuerzas para hacerlo. Seguramente la mayoría jamás pensó en recibir ni recompensa, ni remuneración por ello. Solo pensaron en nuestro bienestar con olvido total del propio. Pero nos dejaron solos hasta cuando nuestras alas eran fuertes para volar con independencia. No obstante, siempre estuvieron pendientes en caso de que necesitáramos algo más, sin pensar en la edad que teníamos. La “patria potestad”, que termina a los 18 años, simplemente es una ley de los hombres que la mayoría de los padres olvida siempre por el amor filial.

           A partir de ahí, los hijos por el amor que sus padres les han demostrado y que merece una respuesta similar, debieran cuidarlos de la misma manera como ellos lo hicieron para formarlos. En aquellos tiempos, los niños eran los mas vulnerables; pasados los años, son los padres quienes son mas débiles y necesitan la protección de sus hijos. Perdonen, pero no podemos dejarlos solos cuando mas compañía necesitan, aun cuando ellos se opongan. Existen muchas maneras de convencerlos para que no queden desprotegidos. Los hijos siempre recibirán de los propios, lo que verdaderamente se merecen.

           No es una razón legal; es una razón de amor…Ello evitará mas tragedias similares.

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