PENSAMIENTOS POST-NAVIDEÑOS:
Ha concluido una de las primeras festividades del
fin de año; la conmemoración del Nacimiento de Jesús, el Niño Dios, se ha
alejado por esta vez, en medio de las celebraciones paganas dentro de las
cuales solo cabe el exceso de consumo de todo, a los precios que sea;
desafortunadamente ese frenesí por el consumismo, ha desviado en muchos casos,
el auténtico sentido de la Navidad. Pero al fin y al cabo es el precio que se
tiene que pagar por la “modernidad”.
La extraordinaria cantidad de
vehículos que ahora circulan por la ciudad y algunos pilotos desesperados
escenificaron escenas muy desagradables en los días precedentes al 24 de
Diciembre cuando, a mediodía, disminuyó ostensiblemente ese enorme parque
vehicular. Antes del Año Nuevo, volveremos a tener una situación similar.
Muchos ignoran que la ciudad de
Huehuetenango se construyó originalmente para que transitaran carretas haladas
por bueyes, por caballos y más adelante, por el músculo humano; jinetes y
amazonas montando briosos corceles fueron la admiración de la gente que los
veía llegar a la población de visita o por negocios; una de las herrerías más
notables se encontraba situada en lo que ahora es la 1ª calle entre 2ª y 3ª
avenidas de la zona 1, seguramente porque por ahí llegaban a la ciudad los
visitantes, procedentes del Norte y el Este, que requerían de los servicios del
taller para cambiar los herrajes de sus animales; seguramente otras herrerías
se ubicaron en los otros puntos de ingreso a la ciudad.
Tiempo después principiaron a llegar
vehículos de motor pero el trazo de la ciudad estaba hecho y nadie se preocupó
porque las nuevas secciones de la cabecera que fueron construyéndose al paso de
los años, fueran apegadas a reglas de urbanismo actual, con las consabidas
excepciones. Ahora es imposible cambiar eso por lo que debemos aprender a vivir
con lo que tenemos, buscando las soluciones pacíficas que se puedan implementar
con el concurso de la ciudadanía en general, de manera que podamos vivir en
paz.
La quema de juegos pirotécnicos,
a ojo de “buen cubero” y al contrario del incremento del tránsito vehicular,
disminuyó ostensiblemente; si esta perspectiva es real, es de alegrarnos todos
porque ello significa que estamos respetando recomendaciones que nos llegan
desde varios grupos organizados que persiguen limpiar el medio ambiente de ese
tipo de contaminantes.
No podemos decir lo mismo de la
ingesta de bebidas embriagantes habida cuenta de que nos hemos acostumbrado a
salpicar nuestras celebraciones particulares y comunales con la adquisición de
grandes cantidades de bebidas de ese tipo para que la “fiesta esté alegre” y
los invitados, pocos o muchos, se sientan “de ambiente”. Es común escuchar que
“si no hay trago la cosa no sirve”; y por supuesto que tienen derecho a pensar
y actuar así; lo único que se les puede pedir es que eviten los excesos
culpables de tanto dolor y sangre.
Y así podríamos analizar a detalle
cada uno de los aspectos de la celebración navideña pero el espacio no es tan
amplio y la gentileza de los lectores tiene su límite; nos sentiremos felices
al saber que la pasaron de lo mejor y que ya se preparan para la despedida de
este año que, ojalá, nos haya dejado muchas cosas buenas; esperamos también que
sus mejores propósitos para el año 2,015 estén siendo debidamente planificados,
de manera que encuentren la cristalización perfecta en el curso de los días
venideros.
Que el Año Nuevo venga con un rico
cargamento de ilusiones muy posibles de realizarse y una rastra luminosa de
esperanzas maravillosas que, en un ambiente de paz y armonía, sea posible
convertirlas en hermosas realidades.
¡Muy
Feliz Año Nuevo 2,015!
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